Anatoli Karpov, habitualmente hiperactivo y viajero, se concentró en secreto desde agosto con su entrenador, el moldavo Viktor Bologan, primero en un balneario ruso y después en Oropesa (Castellón), donde alternó el trabajo con los paseos por la orilla del mar. Todo para vencer a su archi rival, Kasparov. Sin embargo, el jueves perdió el duelo.
¿Por qué aceptó jugar este duelo?
Siempre es interesante enfrentarse a Kasparov. Además, me gusta Valencia.
Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas...
Pero éste fue un ajedrez diferente. Jugamos en la modalidad rápida, no tiene nada que ver con hace 25 años.
¿Kasparov sí era es el favorito?
Kasparov es 12 años más joven que yo, y eso, a nuestra edad, es importante. Aunque él está retirado desde 2005, sé que ha jugado por internet, y también partidas amistosas, y que dedica muchas horas al análisis para sus libros. La duda era si se pondría nervioso al jugar ante el público tras más de cuatro años sin hacerlo.
¿Qué supone Kasparov en su vida?
Fue mi adversario en la mayor rivalidad, que produjo una edad de oro del ajedrez, con enorme repercusión. Algo único e irrepetible. En cuanto a nuestras relaciones personales, ahora son mucho mejores que antes. Por eso intenté visitarlo en la cárcel cuando lo detuvieron.
¿Llegó a sufrir pesadillas con Kasparov?
No, siempre tuve un sistema nervioso sólido, pese a la enorme presión.
¿Qué tipo de vida le gusta más, la variada de hoy o la basada en el ajedrez?
Es difícil elegir. Aquella fue una época intensa, todos los días eran apasionantes. Hoy disfruto mucho de ser muy útil para los demás, como embajador de Unicef para el Este de Europa, o ayudando a las víctimas del accidente nuclear de Chernobil. Y tengo proyectos para introducir masivamente el ajedrez en los colegios.
¿Cómo ve el ajedrez de hoy?
Distinto, por la influencia de los ordenadores. Se han eliminado las partidas aplazadas tras cinco horas, el entrenamiento ha cambiado y el aspecto deportivo es más importante que el creativo. Hoy, si un jugador gana una partida que tenía perdida, está contento y rehúye la autocrítica. En mis tiempos dábamos más importancia a la belleza. Pero sé que el ajedrez va a tener una creciente importancia como herramienta social.
“Nuestra rivalidad trascendió”
Gary Kasparov será el entrenador del Mozart del ajedrez, Magnus Carlsen, de 18 años, durante un año a partir de ahora. Pero la primera relación entre ambos ha sido al revés: Carlsen le ayudó a ponerse en forma, en su casa de Noruega, para el duelo que le ganó a Karpov.
¿Cree que el balance de estas partidas fue tan bueno como hace 25 años?
Sí, pero en este caso la nostalgia es positiva y el duelo sirvió para que los focos volvieran a iluminar el ajedrez, como lo hicieron hace 25 años. Ambos fuimos capaces de crear y jugar un ajedrez de alta calidad.
Usted es 12 años más joven, ¿fue un factor decisivo?
Fue mi ventaja, pero él se ha mantenido activo como jugador, aunque los resultados ya no sean buenos, y yo llevaba casi cinco años sin jugar partidas serias, lo que me hizo dudar de si sería capaz de recuperar mi instinto. Esos elementos me pesaron, seguro.
¿Quién es para usted Karpov?
Además del rival más importante en mi carrera, es mi gran maestro, de quien más he aprendido, tanto en ajedrez como en la vida. Además, no he encontrado ningún otro caso, en la historia del deporte, en el que una rivalidad haya marcado tanto la historia y el futuro.
¿Llegó a tener pesadillas con Karpov?
No. Pero todo lo que rodeaba nuestros duelos llevaba mucha presión, empezaron a crearse las repercusiones políticas y sociales que impregnaron nuestra rivalidad durante 10 años. Eso fue agotador y trascendió a lo puramente deportivo.
Especialmente en Sevilla 87, cuando tuvo que ganar la 24ª y última partida para empatar y retener el título.
Sí, todo lo que ocurrió en ese duelo histórico fue una de las razones para que esta celebración del 25º aniversario de mi primer encuentro con Karpov fuera en España. Lo que sufrí y disfruté en los últimos días de Sevilla, hasta llegar a un estado de excitación, nervios y cansancio extremos configura uno de los capítulos más importantes de mi carrera.
¿Ha perdido mucho el ajedrez en los últimos 25 años?
Deportivamente, sí. Antes estábamos en las primeras páginas y en las grandes capitales, y ahora no, si exceptuamos este duelo con Karpov y poco más. Sin embargo, el ajedrez puede tener un futuro social brillante, en las escuelas, como prevención del Alzheimer, y en internet.