ME REI CUANDO NO DEBI

Madre de Claudia
Ciudad Acuña
Coahuila, Mexico

La bella mujer en la fotografía es la madre de WCM Claudia Muñoz Robles, se llama Claudia Robles Munoz y debajo de esa sonrisa tan agradable y sutil hay una historia llena de dolor. Tendría que abrir el mundo de nuestro hogar para que entendieran quien es Claudia Muñoz, la madre no la hija.

Mi esposa es amante del hielo. Así es mi estimado lector. Ella debió haber nacido oso polar por que es amante de comer hielo. No, masticar hielo. Desafortunadamente nadie le informo que el masticar hielo es como masticar piedras duras y eventualmente sus dientes perderían la batalla de la mordida.

Durante mi ausencia, con mi hija la ajedrecista, en la Olimpiada Estatal de Ajedrez de Coahuila, por fin se escucho el sonido escalofriante que todo dentista ama, “¡PAAA!”

Se quebró una muela.

Cuando regrese de Saltillo, como todo hombre casado con una bella dama, al entrar a nuestro hogar, como una película romántica mi esposa salto amorosamente a mis brazos pero al darle el tan esperado beso…la muela. Se que mis besos son algo tarzanicos pero nunca espere que se retractara por la fuerza de mis labios.

Espero que sepan que le estoy echando crema a los tacos con detalles que aunque pasaron no fueron tan dramáticos.

¡Pero dejen me es mi historia!

Me conto mi esposa lo que le paso y aunque lleno de tristeza le solicite que le llamara a un amigo dentista para atender esta desgracia. Como todos sabemos, la esposa de un ajedrecista es tan obediente como un caballo en el cuadro h3 del ataque de india de rey (todos sabemos que allí no va el caballo mas trato de explicar la sobreabundante obediencia de mi estrella de la mañana).

Los días pasaron y un amante del dolor apareció en la vida de mi esposa, se llamaba “INFECCION”.

¡Desgraciado!

Como hombre nacido en el norte de Mexico, le ordene que fuera al doctor mas no fue al que originalmente le pedí sino que fue con otro, pero el chiste es que mi amada hizo lo que le dije. Cantaba victoria cuando se sentó en la silla del dentista y laboriosamente después de una eternidad, extrajo la muela.

¡VICTORIA!

Cuando encendí la camioneta para regresar a casa, me pidió mi esposa que le comprara un licuado con nuez molida, rompope y quien sabe que tantos mas ingredientes tan mas raros llevaba. Al entrar al vehículo con su licuado, sus ojos se encajaron en los míos y me dijo, “me saco la muela equivocada”.

Me quedo callado pensando que estaba en un “reality show” y que en cualquier momento saldría el protagonista de un programa de televisión diciendo que me vieron la cara de panda.
Pero mi esposa se estaba riendo y yo también comencé a reírme, que otra me quedaba, pero me di cuenta que no estaba mintiendo. La risa se apodero de mi y no podía para de reírme. No sabia si debería de regresar con el dentista y partirle la mascara de aguacate que se pone para no envejecer. Pero la risa era excesiva.

Al llegar a la casa, le marque al dentista pero la risa era tan fuerte que no podía hablar por teléfono y tuve que tomar a mi esposa de la manga para que tomara la bocina y continuara con la conversación.

Se que no debería de reírme y que fue una gachada pero hasta el momento no se por que me reí.

Mi esposa continúo con la conversación telefónica.

El día de hoy fue con otro dentista pero esta vez no fui yo por que tenia miedo que otra tragedia similar fuera a pasar.

¿Entonces cual es la moraleja de esta historia?

¿Revisa tu boca después que vayas al dentista?

¿Qué tal no masticar hielo como si fuera chicle?

No, la moraleja seria que después de reírte por algo que no deberías, lo más respetuoso es pedir perdón. Mi amor, perdóname por reírme. Te amo tanto que iría al dentista que te saco la muela equivocada para que me saque la mía en el mismo lugar que te saco la tuya equivocadamente, aunque este sana, para así complementarnos.

Si alguien ve a mi esposa le dice que me perdona por favor.

Se me olvido algo, ayer me dijo que yo era el que tendría que pagar por su nuevo implante de muela.

¿Me habrá perdonado?